- El fuerte oleaje, junto al viento como gran socio, conseguía que las palabras fueran expulsadas con vigor de nuestras gargantas. El horizonte era tan bello aquella tarde que parecía componer un mensaje celestial a sus súbditos. Sin duda, era momento de expresar mi sentir; no tardé en hacerlo.
- Siempre me he preguntado tres cuestiones - hablaba con voz firme y despreocupada sin llegar al tono vanidoso que nunca me sedujo - y sin embargo ahora ante el repiqueteo de las campanas parece no importar ya. Esa melodía otrora molesta ahora parece la más dulce de las composiciones.
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- No obstante, en tu interior – dijo el apuesto caballero que tenía frente a mí – la llama sigue viva. Y es tal el ardor que se deja sentir, presto a seguir combatiendo, que no cesará ni ahora ni en el mañana.
Le miraba a los ojos y veía un ser inescrutable en su inmensa sabiduría, con un aire místico, acrecentado por las olas del mar que rompían a su espalda contra la mezcla de arena y roca que componía la playa. De vez en cuando alguna nube cruzaba por encima de nuestras cabezas y me sacaba de mi ensimismamiento pero aún así sabía que una batalla dialéctica era más fácil perderla que la pugna presentada por espada. A fin de cuentas era un caballero, preparado para las armas pero también para filosofar, así eran los Grandes Elegidos.
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- Es extraño, parece ser – le espeté, mirándole a los ojos y lanzándole el desafío- que no te importa que tres cuestiones son las que me atañen y sin embargo pareces quemarte los dedos en mi ardor. ¿pretendes demostrar conocimiento?
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- Todos conocemos pero no todos comprenden, distinto es quien sabe leer de quien sabe interpretar. Lo oculto sólo es revelado a ojos de unos pocos y la Diosa de la Sabiduría gusta de practicar el escondite. Con ello eliminamos a los que buscan la Verdad únicamente a través de la fuerza. Su destino lleva al caos. En tu caso, se lee en tus ojos los tres ciclos vitales representados en tres cuestiones tan antiguas como eternas. Y tu llama pesa el doble que el manto auto-impuesto; cuando sepas despojarte del manto comprenderás pero ¡cuidado! el ropaje humano que llevas no debe arder ya que sería tu final. Un triste final. No olvides la amarga vida de Mefistófeles, aquel desdichado ser que, movido por la envidia, decidió darle la espalda a la luz y promover esta oscura causa para así atraer protagonismo hacia él mismo; al final consiguió ocultar la luz a muchos humanos pero nadie le hace caso porque los mismos que desprecian la luz no creen en la sombra. Son partes de un todo indivisible, puedes confundir a los demás pero al final te quemarás junto a ellos.
Un escalofrío recorrió mi espalda, el tronco de madera que nos sostenía sentados a ambos, uno frente al otro, parecía no ser el asiento vigoroso que había elegido. El Elegido me miraba con fijeza y sus ojos se clavaban con tanta fuerza que me sentía débil, muy débil. Los tres ciclos del hombre pasaban rápido por mi mente: la vida, la muerte y la resurrección.
Hoy en día las personas, en general, no nos molestamos ni en comprender ni en interpretar, con el ritmo de vida que llevamos nos conformamos con "tirar pa lante", que no es poco, y no nos preocupamos por saber. ¿La envidia? el pan nuestro de cada día. Esta entrada, hace pensar.
ResponderEliminarGrande el rollo caballero-templario-iniciado que dejas ver...para pensar.
ResponderEliminarLa verdad y la realidad de hechos y cosas siempre prevalece.
ResponderEliminarBlogger Bro en estado puro. Misticismo total con significado real. Carpe Diem, Bro !!!
ResponderEliminarDejo link a un vídeo de youtube para ti y tus lectores que da que pensar. Tiene alguna frasecilla que llega. Creo que merece la pena.
http://www.youtube.com/watch?v=8yc_ZAQfISs