Es la primera vez que este blog recoge palabras no escritas por su autor pero creo que la entrevista merece la pena ser la causante de esta excepción. Allá va:
Con motivo de su cien cumpleaños a finales del pasado julio, el recientemente fallecido Erich Priebke, capitán de las SS, concedió una entrevista que ha sido difundida tras el deceso por su abogado Paolo Giachini, en calidad de “testamento humano y político”.
Con motivo de su cien cumpleaños a finales del pasado julio, el recientemente fallecido Erich Priebke, capitán de las SS, concedió una entrevista que ha sido difundida tras el deceso por su abogado Paolo Giachini, en calidad de “testamento humano y político”.
-Señor Priebke, hace años declaró que no renunciaba a su pasado. ¿A sus cien años de edad sigue pensando lo mismo?
Sí.
-¿Qué quiere decir exactamente con esto?
Elegí ser yo mismo.
-Así que aún hoy se siente nazi.
La fidelidad al pasado es algo que tiene que ver con nuestras
creencias. Esta es mi forma de ver el mundo, mis ideales, lo que para
nosotros alemanes fue la Weltanschauung y todavía tiene que ver con el
sentido de amor propio y honor. La política es otra cosa. El
nacionalsocialismo ha desaparecido con la derrota y ahora no tendría
ninguna oportunidad de regresar.
-La visión del mundo de la que usted habla también incluye el antisemitismo.
Si sus preguntas son para ganar conocimiento de la verdad, es
necesario abandonar los clichés: Criticar no significa que se desee
destruir a alguien. En Alemania, desde principios del siglo XX se
criticó abiertamente el comportamiento de los judíos. El hecho de que
los judíos habían acumulado en sus manos un inmenso poder económico y
por lo tanto político, al mismo tiempo que representaban una parte muy
pequeña de la proporción de la población mundial, se consideraba
injusto. Es un hecho que aún hoy en día, si tomamos las mil personas más
ricas y poderosas del mundo, debemos señalar que una parte considerable
de ellos son judíos; los banqueros o los accionistas de las empresas
multinacionales. En Alemania pues, sobre todo
después de la derrota de la Primera Guerra Mundial y la injusticia del
Tratado de Versalles, la inmigración judía de Europa del Este había
causado algunos verdaderos desastres, con la acumulación de enormes
cantidades de capital por parte de los inmigrantes en unos pocos años,
mientras que con la República de Weimar la gran mayoría del pueblo
alemán vivió en gran pobreza. En ese clima, usureros se enriquecieron y
la sensación de frustración en contra de los judíos creció.
El que judíos han practicado la usura permitida por su religión,
mientras que se la prohíbe a los cristianos, es una vieja historia. ¿Qué
tiene de cierto según usted?
Desde luego, no es una idea mía. Basta leer a Shakespeare o a
Dostoievski para entender que problemas similares con los judíos
realmente existieron históricamente, desde Venecia a San Petersburgo.
Esto no quiere decir que los únicos prestamistas usureros fueran judíos.
Hice mía una frase del poeta Ezra Pound: “Entre un usurero judío y un
usurero no judío no veo ninguna diferencia. “
-Por todo esto, ¿se justifica el antisemitismo?
No, mire, esto no quiere decir que entre los judíos no haya gente de
bien. Una vez más; antisemitismo significa odio, odio indiscriminado. Y
yo, incluso en los últimos años de mi persecución, de viejo, privado de
libertad, siempre he rechazado el odio. Nunca quise odiar ni siquiera a
los que me odiaban. Sólo hablo del derecho a la crítica, y estoy
explicando las razones. Y diré más: debe tenerse en cuenta que, por
razones religiosas particulares, una gran proporción de judíos se
considera superior a todos los demás seres humanos. Se identificaron con
el “pueblo elegido de Dios” de la Biblia.
-También Hitler habló de la raza aria como superior.
Sí, Hitler también cayó en el equívoco de perseguir esta idea de
superioridad. Esta fue una de las causas de errores sin retorno. Tenga
en cuenta, sin embargo, que un cierto racismo era la norma en aquellos
años, no sólo a nivel de la mentalidad popular, sino también a nivel de
los gobiernos e incluso de los sistemas jurídicos. Los estadounidenses,
después de haber deportado a los pueblos de África y de ser estados
esclavistas, seguían siendo racistas y discriminaban a los negros. Las
primeras leyes definidas raciales de Hitler, no restringían los derechos
de los judíos más que los de los negros eran limitados en varios
estados de EE.UU. Lo mismo para la población de la India por los
británicos, y los franceses tampoco se comportaban de manera muy
diferente con los súbditos de sus colonias. Por no hablar del
tratamiento de minorías étnicas en la antigua URSS.
-Entonces, ¿cómo fueron empeorando en Alemania las cosas según usted?
El conflicto se fue radicalizado, fue creciendo. Los judíos alemanes,
estadounidenses, británicos, los judíos del mundo, por un lado; contra
Alemania, que estaba en el otro. Sí, por supuesto, los judíos alemanes
se encontraron en una posición cada vez más difícil. La posterior
decisión de promulgar leyes muy duras en Alemania hizo la vida muy
difícil para los judíos. Luego, en noviembre de 1938, un judío, un
cierto Grynszpan, en protesta contra Alemania, mató en Francia a un
consejero de nuestra embajada, Ernest von Rath. A ello siguió la famosa
“Noche de los cristales rotos”. Grupos de manifestantes irrumpieron en
todo el Reich en tiendas propiedad de judíos. Desde entonces, los judíos
fueron considerados sólo y únicamente como enemigos.
Hitler después de ganar las elecciones, les instó primero a que por
todos los medios se marcharan de Alemania. Posteriormente, en el clima
de sospecha contra los judíos alemanes, causado por la guerra y los
boicots y el conflicto abierto con las organizaciones judías más
importantes en todo el mundo, se los encerró en campos de concentración,
en calidad de enemigos. Por supuesto que para muchas familias, a menudo
sin tener ninguna culpa, esto era desastroso.
-La culpa, por lo tanto, de lo que los judíos han sufrido, en su opinión ¿sería de los propios judíos?
La culpa es un poco de todas las partes. También de los aliados, que
desencadenaron la Segunda Guerra Mundial contra Alemania tras la
invasión de Polonia, realizada para reclamar un territorio en el que la
fuerte presencia alemana fue objeto de acoso constante, territorio
colocado por el Tratado de Versalles bajo el control del recién nacido
estado polaco. Contra la Rusia de Stalin y su invasión de la parte
restante de Polonia nadie levantó un dedo. De hecho, al final del
conflicto, que oficialmente se desencadenó para defender la
independencia de Polonia contra los alemanes, se le regaló sin
contemplaciones toda Europa del Este, incluyendo Polonia, a Stalin.
-Dejando de lado la política, así que usted defiende las teorías históricas revisionistas.
No entiendo exactamente a qué se refiere con revisionismo. Si
hablamos de los juicios de Nuremberg de 1945, entonces puedo decir que
fue una cosa increíble, un gran escenario creado a propósito para
deshumanizar frente a la opinión pública mundial al pueblo alemán y a
sus líderes. Para castigar al derrotado ahora incapaz de defenderse.
-¿Sobre qué base dice esto?
¿Qué se puede decir de un autoproclamado tribunal que juzga sólo los
crímenes de los vencidos y no los de los vencedores, donde los
vencedores son a la vez fiscal, juez y la parte perjudicada y donde los
artículos del crimen habían sido especialmente creados después de los
presuntos delitos, sólo para condenar retrospectivamente? El mismo
presidente estadounidense Kennedy condenó el proceso llamándolo algo
“repugnante”, porque “había violado los principios de la Constitución de
EE.UU. para castigar a un oponente derrotado”
Si quiere decir que el delito de crímenes contra la humanidad con el
que se condenó en Nuremberg no existía antes de que fuera impugnada por
el tribunal internacional, hay que decir, sin embargo, que las
acusaciones relacionadas con esos hechos eran sin duda terribles.
En Nuremberg, los alemanes fueron acusados de la masacre de Katyn.
Más tarde, en 1990, Gorbachov admitió que habían sido ellos mismos, los
acusadores rusos, quienes mataron a veinte mil oficiales polacos con
tiros en la nuca en el bosque de Katyn. En 1992, el presidente ruso
Yeltsin desveló el documento original que contenía la orden firmada por
Stalin. Los alemanes también fueron acusados de haber hecho jabón con
los judíos. Muestras de aquel jabón terminaron en museos de EE.UU,
Israel y otros países. Sólo en 1990, un profesor de la Universidad de
Jerusalén estudió las muestras debiendo finalmente admitir que se
trataba de una estafa.
-Sí, pero los campos de concentración no son un invento de los jueces de Nuremberg.
Durante esos años terribles de la guerra, encerrar en campos de
concentración a civiles que eran una amenaza para la seguridad nacional
era una cosa normal. En la Segunda Guerra Mundial lo hicieron también
los rusos y los EE.UU. Estos últimos, en particular, con ciudadanos de
origen oriental.
-En Estados Unidos, sin embargo, en los campos de concentración para la población de etnia japonesa no hubo cámaras de gas.
Como dije, en Nuremberg se inventaron una multitud de cargos. Sobre
lo de que en los campos de concentración hubo cámaras de gas, aún
estamos esperando las pruebas. En los campos, los prisioneros
trabajaban. Muchos salían del campo para el trabajo y estaban de vuelta
en la noche. La necesidad de trabajadores durante la guerra es
incompatible con la posibilidad de que, al mismo tiempo, en algún lugar
en el campo, hubiera filas de personas que iban a la cámara de gas. La
actividad de una cámara de gas es invasiva en el medio ambiente,
terriblemente peligrosa incluso fuera de ella, mortal. La idea de enviar
a la muerte a millones de personas de esta manera, en el mismo lugar
donde otros viven y trabajan sin que se den cuenta de nada es una
locura, dificilmente realizable también en un nivel práctico.
-Pero usted ¿cuando escuchó por primera vez acerca del plan para exterminar a los judíos y las cámaras de gas?
La primera vez que oí hablar de cosas de ese tipo, la guerra había
terminado y yo estaba preso en un campo de concentración inglés, con
Walter Rauff . Los dos nos quedamos impactados. Simplemente no podíamos
creer hechos tan horribles: cámaras de gas para exterminar a hombres,
mujeres y niños. El coronel Rauff y yo hablamos con nuestros colegas
durante días. A pesar de que todos formábamos parte de las SS , cada uno
a nuestro nivel , con una posición particular dentro del aparato
Nacionalsocialista, a ninguno de nosotros había llegado antes a los
oídos cosas similares . Pues vea usted que años y años más tarde me
enteré de que mi amigo y superior Walter Rauff, que había compartido
conmigo algún pedazo de pan duro en el campo de concentración, fue
acusado de ser el inventor de camiones móviles para gaseamiento. Cosas
de ese tipo sólo las pueden pensar aquellos que no han conocido a Walter
Rauff.
-¿Y todos los testimonios sobre la existencia de las cámaras de gas?
En los campos nunca se encontraron las cámaras de gas, excepto
aquella construída después de la guerra por los norteamericanos en
Dachau. Información que se puede definir fiable en el plano judicial o
histórico sobre las cámaras de gas no hay ninguna, empezando por las de
algunos de los últimos comandantes y líderes de los campos, como el más
conocido de los comandantes de Auschwitz, Rudolf Hoess. Aparte de las
grandes contradicciones de su testimonio, antes de prestar declaración
en Nuremberg fue torturado, y después del testimonio, por orden de los
rusos, le cerraron la boca ahorcándolo.
Contra estos “testigos”, considerados valiosos por los vencedores, la
violencia física y psicológica era insoportable; también había amenazas
de venganza contra los miembros de la familia. Sé por la experiencia
personal de mi encarcelamiento y el de mis colegas, de qué manera los
vencedores extrajeron confesiones a los presos en los campos de
concentración, quienes a menudo ni siquiera conocían el idioma inglés.
Por otro lado, el trato a los prisioneros de los campos rusos de Siberia
es bien sabido ahora, había que firmar la confesión que se solicitaba, y
eso es todo.
-Así que para usted esos millones de muertes son una invención.
Yo he conocido personalmente los campos. La última vez que estuve en
Mauthausen, en mayo de 1944, fue para interrogar al hijo de Badoglio,
Mario, por órdenes de Himmler. Estuve a lo largo y ancho de ese campo
durante dos días. Había grandes cocinas en funcionamiento para los
internos y dentro incluso un burdel para satisfacer sus necesidades.
Nada de cámaras de gas. Desafortunadamente, muchas personas murieron en
los campos, pero no por una voluntad asesina. La guerra, las duras
condiciones de vida, el hambre, la falta de atención adecuada
desencadenan desastres. Pero estas tragedias de civiles, estaban a la
orden del día no sólo en los campos sino en toda Alemania, sobre todo
debido al bombardeo indiscriminado de ciudades.
-¿Así que usted minimiza la tragedia de los judíos, el holocausto?
No se trata de minimizar; una tragedia es una tragedia. En todo caso
se plantea un problema sobre la verdad histórica. A los ganadores de la
Segunda Guerra Mundial les interesaba no tener que ser llamados a rendir
cuentas de sus crímenes. Ellos llegaron a arrasar pueblos enteros en
Alemania donde no había ni un solo soldado, sólo para matar a mujeres,
niños y viejos y así debilitar la moral del enemigo. Esta suerte también
corrieron Hamburgo, Lübeck, Berlín, Dresde y otras ciudades. Se
aprovecharon de la superioridad de sus bombarderos para matar a civiles
con impunidad y con demencial crueldad. Luego le tocó a la gente de
Tokio, y finalmente, con las bombas atómicas, a los civiles de Nagasaki e
Hiroshima. Por ello fue necesario inventar delitos especiales cometidos
por Alemania y pregonarlos mucho para presentar a los alemanes como
seres malignos y todas las demás tonterías propias de una novela de
terror sobre la que Hollywood ha rodado centenares de películas.
Y por cierto, desde entonces el método de los ganadores de la Segunda
Guerra Mundial no ha cambiado mucho: Se dedican a exportar su
“democracia” con las llamadas “misiones de paz” en contra de “estados
canallas”, contra enemigos que han supuestamente cometido actos siempre
monstruosos. Y así, en la práctica, atacan sobre todo con bombardeos a
quienes no quieren someterse. Masacran a militares y civiles que no
tienen los medios para defenderse, y al final, tras sus “intervenciones
humanitarias” ponen como presidentes a títeres que siguen sus intereses
económicos y políticos.
-Pero entonces algunas pruebas concluyentes, como imágenes de
vídeo y fotografías de los campos de concentración, ¿cómo se explican?
Esas filmaciones son una prueba más de la falsificación: Vienen casi
todas de los campos de Belsen. Era un campamento donde las autoridades
alemanas enviaron, procedentes de otros campos, a prisioneros que no
podían trabajar. También había dentro una sala de convalecientes. Eso
por sí solo dice mucho de la “intención asesina” de los alemanes. Parece
extraño que en tiempo de guerra se hubiera puesto en marcha una
estructura para hospedar a aquellos a quienes supuestamente se iba a
gasear. Los bombardeos aliados de 1945 dejaron el campo sin agua,
alimentos y medicinas. Se extendió una epidemia de tifus que causó miles
de enfermos y muertos. Esas filmaciones se remontan a aquellos hechos,
cuando el campo de refugiados de Bergen Belsen fue devastado por la
epidemia, en abril de 1945, cuando se encontraba ya en manos de los
aliados. Las filmaciones se realizaron con fines de propaganda por el
director británico Hitchcock, el maestro del horror. Es alucinante el
cinismo, la falta de sentido de la humanidad con la que aún hoy se
especula con esas imágenes. Proyectado por años en las pantallas de
televisión, con angustiosa música de fondo, se engañó a la opinión
pública asociando con despiadada astucia esas terribles escenas a las
cámaras de gas, con las que no tenían nada que ver. ¡Una farsa!
-El motivo de difundir esas, según usted, falsedades ¿sería encubrir los propios crímenes, los de los vencedores?
Al principio fue así. Un guion igual a Nuremberg fue inventado en
Japón con el Juicio de Tokio. Para criminalizar a los japoneses que
habían sufrido la bomba atómica se inventaron acusaciones de
canibalismo.
-¿Por qué “al principio”?
Porque sucesivamente, además, la literatura sobre el Holocausto ha
servido sobre todo al Estado de Israel, por dos razones. La primera está
muy bien explicada por un escritor judío hijo de deportados, Norman
Finkelstein. En su libro “La industria del Holocausto”, explica cómo
esta industria ha recaudado, a través de una campaña de
reivindicaciones, recursos millonarios para las arcas de las
instituciones judías y las del estado de Israel. Habla de “un auténtico
negocio de extorsión”. En cuanto al segundo punto, el escritor Sergio
Romano, que no es precisamente un revisionista, explica que después de
la guerra “Israel se ha dado cuenta de que el hacer hincapié en el drama
de la literatura del Holocausto” traería ventajas en su disputa
territorial con los árabes y “una especie de semi-inmunidad
diplomática”.
-En todo el mundo se habla del Holocausto como exterminio, ¿usted tiene dudas o lo niega rotundamente?
Los medios de propaganda de quienes hoy detentan el poder global son
inagotables. Mediante una subcultura histórica especialmente creada, y
difundida por la televisión y el cine, han manipulado emocionalmente las
conciencias. En particular, las nuevas generaciones, empezando desde la
escuela, han sido sometidas a lavado de cerebro, obsesionadas con
historias truculentas para subyugar a la libertad de juicio. Como ya he
dicho, hace casi 70 años que estamos a la espera de pruebas sobre los
crímenes de los que se acusa al pueblo alemán. Los historiadores no han
encontrado ni un solo documento que se refiera a las cámaras de gas. No
hay una orden por escrito, un informe o un dictamen de una institución
alemana, una relación de los empleados. Nada en absoluto.
A falta de documentos, los jueces de Nuremberg han asumido que el
proyecto titulado “Solución final de la cuestión judía” que se barajaba
en el Reich, y que evaluaba la posibilidad de la expulsión territorial
de los judíos de Alemania (y más tarde de los territorios ocupados),
incluído el posible traslado a Madagascar, era un código secreto
encubierto que significaba su exterminio. ¡Es absurdo! En medio de la
guerra, cuando aún éramos ganadores tanto en África como en Rusia, los
judíos, que en un principio, hasta 1941, simplemente eran animados a
irse del país, fueron luego presionados para abandonar Alemania. Sólo
después de dos años de comenzada la guerra empezaron las medidas
restrictivas de su libertad.
-Supongamos que esa evidencia de la que usted habla
apareciese. Estoy hablando de un documento firmado por Hitler u otro
jerarca. ¿Cuál sería su posición?.
Mi posición es de condena absoluta de tales hechos. Todos los actos
de violencia indiscriminada contra una comunidad, sin tener en cuenta
las responsabilidades individuales reales, son inaceptables,
absolutamente condenables. Como lo que pasó con los indios americanos,
con los kulaks en Rusia , los italianos de Istria, los armenios en
Turquía, los prisioneros alemanes en campos de concentración
estadounidenses en Alemania y Francia así como en los de Rusia; los
primeros abandonados deliberadamente a una muerte segura por el
presidente Eisenhower, los segundos por Stalin. Ambos jefes de Estado no
respetaron la Convención de Ginebra. Todos esos episodios, repito,
deben ser condenados en términos muy claros, incluyendo las
persecuciones hechas por los alemanes contra los judíos, que sin duda
las hubo. Pero las de verdad, no las inventadas por la propaganda.
-¿Admite usted la posibilidad de que estas pruebas, se
escaparon de una posible destrucción causada por los alemanes al final
del conflicto, y que un día podrían salir a la luz?
Ya he dicho que ciertos hechos deben ser condenados en absoluto. Así
que si aceptamos la hipótesis de que un día se van a encontrar pruebas
de las cámaras de gas, la condena de una cosa tan horrible, y de quienes
lo hayan ordenado y utilizado para matar, debe ser indiscutible y
total. En ésta vida he aprendido que las sorpresas pueden no terminar
nunca. Pero en este caso, sin embargo, creo que puedo descartarlo con
certeza porque por casi sesenta años, los documentos alemanes capturados
por los vencedores de la guerra fueron examinados y evaluados por
cientos de académicos, así, lo que no ha surgido ya, difícilmente podrá
aparecer en el futuro. Por otra razón creo que es muy poco probable, y
voy a explicar por qué: Cuando la guerra ya estaba muy avanzada nuestros
oponentes comenzaron a insinuar sospechas acerca de actividades
homicidas en los campos. Hablo de la Declaración Interaliada de
diciembre de 1942, cuando se habló en general sobre crímenes bárbaros
contra los judíos de Alemania y se preveía el castigo de los culpables.
Luego, a finales de 1943, supe que no se trataba de propaganda de
guerra genérica, sino que además nuestros enemigos pensaban fabricar
falsas evidencias de estos crímenes. La primera noticia sobre ésto la
tuvo mi compañero de estudios, un gran amigo, el capitán Paul Reinicke ,
que pasaba los días en contacto directo con el número dos en el
gobierno alemán , el Mariscal Goering: era jefe de su escolta . La
última vez que lo vi me refirió sobre un proyecto de puras
falsificaciones. Goering estaba furioso porque estas falsedades
calumniosas serían difundidas por todo el mundo. Precisamente Goering,
antes de suicidarse, acusó violentamente al Tribunal de Nuremberg de la
producción de pruebas falsificadas.
Otra pista me la dio más tarde el jefe de la policía Ernst
Kaltenbrunner , el hombre que había sustituido a Heydrich tras su muerte
y que después fue enviado a la horca como consecuencia de la sentencia
de Nuremberg. Lo vi hacia el final de la guerra para presentarle la
información recogida sobre la traición del rey Vittorio Emanuele. Me
aseguró que los futuros vencedores estaban ya trabajando para construir
falsas evidencias de crímenes de guerra y otras atrocidades que ellos
inventaron sobre los campos de concentración como prueba de la crueldad
alemana. Ya estaban por llegar a un acuerdo sobre los detalles de cómo
realizar un juicio especial contra los perdedores. Y además, me encontré
en agosto de 1944 con el colaborador directo del general Kaltenbrunner ,
el jefe de la Gestapo general Heinrich Müller. Gracias a él tuve la
oportunidad de asistir a un curso oficial de cadetes. A él debía mucho, y
nos llevabamos muy bien. Había venido a Roma para resolver un problema
personal de mi comandante el teniente-coronel Herbert Kappler
En aquellos días, el Quinto Ejército estadounidense estaba a punto de
entrar en Cassino, los rusos avanzaban hacia Alemania. La guerra ya se
había perdido inexorablemente. Esa noche me pidió que lo acompañara al
hotel. Dado que había un mínimo de confianza, me atreví a pedirle más
detalles sobre el tema. Me dijo que por la actividad de espionaje habían
recibido la confirmación de que el enemigo, esperando la victoria
final, estaba tratando de fabricar pruebas de nuestros crímenes para
crear un espectacular juicio y así criminalizar a Alemania después de la
derrota. Tenía información precisa y estaba seriamente preocupado.
Afirmó que de estas personas no era posible fiarse porque no tenían
sentido del honor y carecían de escrúpulos. Entonces yo era joven y no
le di la debida importancia a sus palabras, pero luego las cosas
sucedieron igual que el general Müller me habían dicho. ¡Estos son los
hombres, los jerarcas, que según se dice hoy en día organizaron el
exterminio de los judíos con cámaras de gas! Yo lo consideraría ridículo
si no fuera por las trágicos consecuecias.
Así que cuando en 2003, tras un falso juramento del secretario de
Estado Powell ante el Consejo de Seguridad de la ONU, los
estadounidenses atacaron Iraq con la excusa de que poseía “armas de
destrucción masiva “, precisamente ellos que son los únicos en haber
empleado esas armas, me dije a mí mismo: ¡nada nuevo!
-Usted, como ciudadano alemán, ¿sabe que algunas leyes en
Alemania, Austria, Francia, Suiza sancionan con cárcel a quien niegue el
holocausto?
Sí , los poderes mundiales las han impuesto y pronto también lo harán
en Italia . El engaño consiste en hacer creer que los que, por ejemplo,
se oponen al colonialismo israelí y al sionismo en Palestina son
antisemitas, y que los que se atrevan a criticar a los judíos son
siempre antisemitas, y que quien ose pedir pruebas de la existencia de
cámaras de gas en los campos de concentración es como si aprobara una
idea del exterminio de los judíos. Es una falsificación vergonzante.
Precisamente estas leyes demuestran el miedo que hay de que la verdad
salga a la superficie.
Obviamente existe el temor de que después de la campaña de propaganda
emocional, los historiadores se pregunten sobre la evidencia, los
investigadores sean conscientes de las tergiversaciones. Precisamente
estas leyes abrirán los ojos a quienes todavía creen en la libertad de
pensamiento y en la importancia de la independencia en la investigación
histórica. Por supuesto, por lo que he dicho puedo ser incriminado, mi
situación podría incluso empeorar más, pero tuve que decirle las cosas
como realmente son, la valentía de la sinceridad era un deber para con
mi país, una contribución, en el cumplimiento de mis cien años, para la
redención y la dignidad de mi pueblo.